jueves, 25 de agosto de 2011

¿Qué es "salud"? ¿Debería modificarse la definición de salud de la OMS?


La definición de salud de la OMS como "estado de completo
bienestar" ya no es adecuada dado el aumento de las enfermedades
crónicas. Un artículo publicado en The British Medical Journal,
la opinión de expertos y la de nuestros lectores.

Huber M, Knottnerus J. A.,Green L.
BMJ 2011;343:d4163
A partir de un artículo publicado en "The British Medical Journal" donde se
cuestiona a la definición de salud de la OMS, IntraMed realizó una
encuesta entre sus lectores y convocó a destacados especialistas para
que nos den su opinión. Los invitamos a leer el artículo y los comentarios
de los expertos y a dejar el suyo al pie del texto.
"La Constitución de la OMS define la salud como un estado de  
completo bienestar físico, mental y social, y no solamente 
la ausencia de afecciones o enfermedades. Esta definición incluye un 
componente subjetivo importante que se debe tener en cuenta en las 
evaluaciones de los riesgos para la salud". (OMS)
Actualmente hay expertos que opinan que esta definición ha quedado
desactualizada en el contexto de las enfermedades crónicas del presente.
¿Usted qué opina?

¿Cuál debería ser la definición de salud?BMJ 2011;343:d4163
Introducción
La definición actual de salud de la OMS, enunciada en 1948, describe
la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social
y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.
En ese momento, este enunciado fue innovador por su amplitud y
su ambición. Superó la definición negativa de la salud como
ausencia de enfermedad e incluyó las esferas física, mental y social.
Aunque la definición ha sido criticada durante los últimos 60 años,
nunca se la adaptó. Las críticas actualmente se están intensificando
y a medida que las poblaciones envejecen y los patrones de
enfermedad cambian esta definición puede ser incluso contraproducente.
Limitaciones de la definición de la OMS
La mayor parte de las críticas hacia la definición de la OMS son sobre lo
absoluto de la palabra “completo” en relación con el bienestar. El primer
problema es que contribuye involuntariamente a la medicalización
de la sociedad. La exigencia de completo bienestar dejaría a la mayoría
casi siempre con mala salud. Por lo tanto apoya las tendencias de las
industrias farmacéuticas y de tecnología médica, en asociación con las
organizaciones profesionales, a redefinir las enfermedades y ampliar las
posibilidades del sistema sanitario.

Las nuevas tecnologías de pesquisa detectan alteraciones a niveles que
quizás nunca causen enfermedad y las compañías farmacéuticas producen
fármacos para trastornos que antes no se consideraban problemas de salud.
Los umbrales para intervenir tienden a descender -por ejemplo, para la
presión arterial, los lípidos y la glucemia. El énfasis persistente sobre el
completo bienestar físico podría generar que grandes grupos de personas
reúnan los requisitos necesarios para pruebas de detección sistemática o
para intervenciones costosas, lo que produciría mayor dependencia
médica y mayores riesgos.

El segundo problema es que desde 1948 la demografía de las poblaciones y
la naturaleza de las enfermedades han sufrido cambios considerables. En
esa época las enfermedades agudas representaban la mayor carga de
enfermedad y las enfermedades crónicas llevaban a la muerte prematura.
Desde entonces, los patrones de enfermedad cambiaron, con medidas
sanitarias tales como mejor nutrición, higiene y saneamiento y mejores
intervenciones para la asistencia sanitaria. La cantidad de personas
que viven con enfermedades crónicas durante décadas está en aumento
en todo el mundo.

La norma actual es envejecer con enfermedades crónicas. Éstas son
responsables de la mayor parte del gasto de los sistemas sanitarios, y
ejercen presión sobre la sustentabilidad de los mismos. En este contexto
la definición de la OMS se vuelve contraproducente ya que considera enfermas
a las personas con enfermedades y discapacidades crónicas. Reduce al
mínimo la importancia de la capacidad humana para afrontar de manera
autónoma los desafíos físicos, emocionales y sociales de la vida y para
funcionar con sentido de realización y bienestar aún con una enfermedad
o discapacidad crónica.

El tercer problema es la operacionalización de la definición.

La OMS creó varios sistemas para clasificar las enfermedades y describir
aspectos de la salud, la discapacidad, el funcionamiento y la calidad de vida.
Sin embargo, debido a la referencia a un estado de completo bienestar, la
definición es impracticable, porque “completo” no es operativo ni mensurable.”
Necesidad de una reformulación 
Se han hecho diversas propuestas para adaptar la definición de salud. La más
conocida es la Ottawa Charter, que hace hincapié en los recursos sociales y
personales, así como en la capacidad física. Sin embargo, la OMS no tomó
ninguna de estas propuestas y las limitaciones de la definición actual están
afectando cada vez más las políticas sanitarias. Por ejemplo, en los programas
preventivos y la asistencia sanitaria la definición de salud determina los
parámetros de resultados: los años de supervivencia pueden ser menos
importantes que la participación en la sociedad y el aumento de la
capacidad de enfrentamiento puede ser más importante y realista que la
recuperación total.

Redefinir la salud es un objetivo ambicioso y complejo; se deben considerar
muchos aspectos, consultar a muchas partes interesadas, reflejar muchas
culturas, además de los adelantos científicos y tecnológicos a futuro. Los
especialistas que asistieron a la conferencia holandesa dieron amplio apoyo
para cambiar la definición actual a una más dinámica basada sobre la
resiliencia o la capacidad de enfrentamiento y de mantener y restablecer la propia
integridad, equilibrio y sentido de bienestar. La formulación preferida de salud
fue “la capacidad de adaptación y de autogestión.”

Los participantes prefirieron reemplazar una definición estática por un marco
conceptual sobre la salud. Pero también son necesarias definiciones operativas
para la vida práctica y para realizar mediciones.

El primer paso para emplear el concepto de salud como “la capacidad de
adaptación y de autogestión” es identificar y caracterizar este concepto para las
tres esferas de la salud: física, mental y social.
Salud físicaEn la esfera física el organismo sano es capaz de “alostasis”, es decir
mantener la homeostasis fisiológica a través de circunstancias cambiantes.
Frente al estrés fisiológico, el organismo sano puede organizar una respuesta
protectora para reducir la posibilidad de daño y restablecer el equilibrio
(adaptación). Si esta estrategia de enfrentamiento fisiológica no tiene éxito
el daño (o “carga alostática”) continúa y finalmente se puede producir la
enfermedad.


Salud mentalEn la esfera mental Antonovsky menciona el “sentido de coherencia”
como el factor que contribuye a la capacidad de enfrentamiento, de
recuperación de un fuerte estrés psicológico y de prevención de los
trastornos por estrés post-traumático. El sentido de coherencia
comprende las facultades subjetivas que intensifican la comprensibilidad,
manejabilidad y significatividad de una situación difícil. El fortalecimiento
de la capacidad de adaptación y autogestión a menudo mejora la sensación
subjetiva de bienestar y puede producir una interacción positiva entre mente
y cuerpo - por ejemplo, pacientes con síndrome de fatiga crónica tratados con
terapia cognitiva conductual comunicaron efectos positivos sobre sus síntomas
y bienestar. Esto se acompañó por el aumento de volumen de la sustancia gris
en el cerebro, aunque aún no hay una explicación clara para esta asociación.


Salud socialSe pueden identificar varias dimensiones de la salud en la esfera social,
como la capacidad de las personas de cumplir con sus obligaciones, de
gestionar su vida con cierto grado de independencia a pesar de padecer
alguna enfermedad y de participar en actividades sociales, incluido el trabajo.
La salud en esta esfera se puede considerar como un equilibrio dinámico
entre las oportunidades y las limitaciones, afectado por condiciones externas,
como los desafíos sociales y ambientales. Al adaptarse a una enfermedad,
las personas pueden trabajar y participar en actividades sociales y sentirse
sanas a pesar de sus limitaciones.
Esto se demuestra en evaluaciones del programa de Stanford de autogestión
de la enfermedad crónica: pacientes con enfermedades crónicas, muy
controlados, que aprendieron a manejar mejor su vida y a enfrentar
su enfermedad, comunicaron mejor percepción subjetiva de su salud,
menos malestar, menos cansancio, más energía y menor percepción de sus
incapacidades y limitaciones en las actividades sociales después de
su adiestramiento. Asimismo, los costos de su atención sanitaria
disminuyeron. Si las personas pueden desarrollar estrategias de
enfrentamiento exitosas (en relación a su edad) la alteración del
funcionamiento no cambiará la percepción subjetiva de su calidad de vida,
fenómeno que se conoce como la paradoja de la discapacidad.


Determinación del estado de salud
El concepto general de salud es útil para el tratamiento y las políticas
públicas, pero se necesitan definiciones operativas para determinar el
estado de salud, para la investigación y para evaluar las intervenciones.

Para las determinaciones del estado de salud se pueden construir
marcos teóricos que sistematicen las diferentes necesidades operativas-
por ejemplo, diferenciar entre el estado de salud individual y de las poblaciones
y entre los indicadores de salud objetivos y subjetivos. Las primeras
herramientas operativas son los métodos existentes para determinar el estado
funcional, la calidad de vida y el sentido de bienestar. La OMS creó varios
sistemas de clasificación que miden las gradaciones de la salud. Evalúan
aspectos como la discapacidad, el funcionamiento y la percepción subjetiva
de la calidad de vida y el bienestar.

En atención primaria la evaluación del estado funcional del Dartmouth
Cooperative Group (COOP)/Wonca (la organización mundial de médicos
de familia), validada para diferentes contextos sociales y culturales, se
creó para conocer la percepción subjetiva de la salud. Las cartillas de
evaluación de la salud de COOP/Wonca presentan seis dimensiones
diferentes de la salud. Cada una mide la capacidad para realizar
actividades de la vida cotidiana en una escala de 1 a 5.  Si bien estos
instrumentos ofrecen información valiosa sobre diversos aspectos,
hay pocas herramientas para medir la capacidad de enfrentamiento  y
adaptación o la fuerza de la resiliencia fisiológica de una persona.
Una nueva formulación sobre la salud podría estimular la investigación
sobre estos temas.


Conclusión
Los autores proponen formular la salud como la capacidad de adaptación
y autogestión. Éste podría ser el punto de partida para un nuevo modo
de conceptualizar la salud humana con un conjunto de características
y dimensiones dinámicas que se pueden medir. El análisis de esta temática
debe continuar e involucrar a otros participantes, como los pacientes y la
población general.


ÍNDICE 
Dr. Alberto Agrest
Prof. Dr. Julio Ceitlin
Dr. Gonzalo Casino, (España)
Dr. Carlos Gherardi
Prof. Dr. Alcides Greca
Dr. Carlos Tajer
Los lectores opinan
Dr. José Portillo Rodríguez, (Uruguay)
Francisco Maglio
http://www.intramed.net

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.